La profecía de Judas
Judas Priest tocó por tercera vez en el país, el pasado fin de semana, en el estadio Luna Park. Su última placa, “Nostradamus”, fue la excusa para esta nueva visita
Sábado 8 de Noviembre de 2008
Para este nuevo concierto de estas leyendas del heavy metal no se percibían las mismas expectativas que en aquel Ferro de 2005; Quizás porque la emoción de ver a ROB HALFORD junto a JUDAS PRIEST era una sensación que los fanáticos ya habían podido vivir, o posiblemente por la decepción que había producido su última obra conceptual, “Nostradamus”-2008-. A pesar de ello, realizarían dos funciones en el Luna Park (la primera, agotada), y con un público fiel esperando por esos clásicos de siempre que ansiaban escuchar.
No estaban en el lugar indicado
Pocos estaban enterados de la presencia de una banda soporte, ya que no se había anunciado oficialmente, aunque por Internet circulaba esta información. Una vez que el público estaba dentro del estadio, se encontró con la gente de HUMO DEL CAIRO como el acto invitado. Los que sabíamos que iban a estar allí, nos imaginábamos una recepción algo dura contra ellos. Y así fue nomás.
Su música stoner con toques psicodélicos y progresivos poco tiene que ver con un público bastante cerrado y que no deja lugar a nuevas vertientes. Silbidos, cánticos en contra, pochoclos en escena fue el trato que recibieron. Los HUMO DEL CAIRO tocaron de manera correcta, pero no intentaron persuadir a la masa para su beneficencia. Es más, finalizaron su set antes de tiempo.
Cantate algo
Durante la hora que JUDAS PRIEST demoró en salir, la impaciencia de los espectadores iba en ascenso. Ya con un lugar completo, el “Olé, olé, olé, Judas…” se transformó en el himno de guerra. A medida que los minutos pasaban, el apoyo era cada vez mayor. Pasadas las 21:40, y en forma de previa, comenzó a sonar uno de los himnos de Black Sabbath, “War pigs”, que sirvió para dejar al público en un estado ideal para el arranque del show.
Apenas finalizaron los últimos acordes, se apagaron las luces del Luna Park y una intro previa al instrumental “Dawn of creation” empezó a repiquetear los oídos de los asistentes. Focos azules y violetas se movían de un lado a otro, mientras un telón con la imagen de “Nostradamus” se colocaba de fondo. Scott Travis (batería) fue el primero en aparecer, para que luego Glenn Tipton (guitarra), K.K. Downing (guitarra) y Ian Hill (bajo) se acoplen.
El tema que abre su disco doble de 2008, “Propechy”, fue también el encargado de emprender un viaje que duraría 105 minutos. El publico respondió de manera increíble, saltando y cantando todos los temas. ROB HALDFORD (voz) apareció arriba de una tarima, vestido con una capa de color plateado; tal es su costumbre, actuaba cada uno de los movimientos en forma sincronizada. Los fans caían a sus pies ante tamaña personalidad y lo veneraban asiduamente. Siguieron con “Metal gods” y “Eat me alive”.
Con un audio impecable de movida, el cual no tuvo fisuras en ningún momento, JUDAS PRIEST deleitó a los heavy metal presentes. Todos los instrumentos se percibían de manera nítida y clara, y ni hablar de la voz de HALFORD, que se escuchaba como en sus mejores épocas. A pesar de sus 57 años y de un estado físico bastante desmejorado, su tono agudo y único se mantiene intacto. Un himno como “Between the hammer and the anvil”, con flameo de bandera incluido, es un claro ejemplo de su excelente momento.
Hubo de todo
Los fanáticos de la banda inglesa esperaban con ansias la salida de su promocionada placa “Nostradamus”, una obra conceptual dedicada a este médico y astrólogo francés. Sin embargo, una vez que este vio la luz, la mayoría se sintió desilusionado debido a la gran cantidad de medios tiempos y a la falta de temas más rifferos. Una de las que sobresalen, y que se pudo escuchar en directo, fue “Death”. Aquí ROB apareció sentado sobre un trono de rey y con un bastón en mano.
Cuando el grupo tocaba temas de otros discos, el telón se cambiaba por el de la imagen característica de la banda o por el logo de siempre. Y si hasta ese momento el pogo había sido relativamente fuerte, con himnos como “Breaking the law”, “Hell patrol” o “The hellion – Electric eye”, los bailes furiosos se multiplicaron. Tanto K.K. DOWNING como GLENN TIPTON tuvieron sus momentos personales, en donde cada uno pudo mostrar su talento.
Hay que destacar también que el set list varió bastante con respecto a su última visita, incluyendo temas que no tocan habitualmente en directo (“Dissident aggressor”, un ejemplo), además de tres nuevos. Otro punto a remarcar es que el show no estuvo compuesto solo de riffs duros, sino que también hubo tiempo para una sensible y sentida melodía, tal es el caso de “Angel”, que le erizó la piel a más de uno.
Otras composiciones que pasaron fueron “Rock Hard, ride free” y “Sinner”. Como en el comienzo del show, TRAVIS quedó solo en el escenario, pero en esta ocasión, para empezar a golpear su batería con los acordes de “Painkiller”. Una buena forma de dejar a la masa encendida para lo que vendría.
Agiten, si quieren…
Tras dos minutos de break, llegó uno de los momentos más esperados: HALFORD salió al escenario arriba de su moto. Camuflado de manera clásica, entonó las estrofas de “Hell bent for leathed”, que provocó una explosión tremenda en el estadio, y que con “The green manalishi (with the two-pronged crown)” se acentuó aún más. Todo era una fiesta, y solo faltaba la perla final.
Enseguida, ROB regresó a las tablas de manera solitaria y con una bandera argentina colgada sobre su cuello. Éste comenzó a jugar con sus fans a través del clásico juego de voces, para luego engancharle “You’ve got another thing coming”. La interacción entre el músico y el público estuvo en su punto máximo. Ya con la masa extasiada, los intérpretes saludaron en reiteradas ocasiones, regalaron algunos souvenirs y disfrutaron a full del cariño del público.
JUDAS PRIEST es una de esas bandas clásicas que poco importa en qué momento discográfico estén, ya que su sola presencia en el escenario llena el alma de los amantes de la música. Ellos te transportan a un mundo único, compuesto por canciones históricas, las cuales no tienen fecha de vencimiento, y que posiblemente seguirán trasmitiéndose generación tras generación.
Daniel Grosso
Redacción de El Acople.
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